Callie la Oruga de Navidad
Erase una vez, en un lugar llamado Jerusalén, vivía una oruga llamada Callie. El era una buena oruga que trataba de mantenerse fuera de problemas. Esto era difícil para él, sin embargo, ya que seguido tomaba malas decisiones.
Un día mientras buscaba algo de comida para comer, la joven oruga decidió subir una colina. Cuando llegó a la cima, notó que había una gran cueva rodeada por varias rocas. Callie estaba emocionado por explorar. Él no estaba seguro de si trepar a una cueva oscura sería una buena idea, pero decidió entrar de todos modos.
Una vez dentro de la cueva, Callie comenzó a sentirse frío y solo. Estaba nervioso porque nunca había estado en un lugar tan frío y solitario antes. Rápidamente, decidió darse vuelta y regresar al exterior. Desafortunadamente, la pequeña oruga calló entre unas rocas y no podía recordar su camino de regreso. ¿Había volteado a la derecha o a la izquierda? ¡Callie no sabía!
Después de haber estado perdido dentro de la cueva por lo que parecía un largo tiempo, Callie pensó que nunca podría ser capaz de salir. Estaba perdido en la oscuridad y se dijo así mismo, "Desearía nunca haber entrado a esta cueva tenebrosa". Callie se sintió asustado por que no sabía qué hacer.
Estaba a punto de darse por vencido ya que Callie pensó que nadie nunca lo encontraría. En ese momento, escuchó el sonido de burros, vacas y ovejas. Estos sonidos lo hicieron feliz ya que ahora no se sentía tan solo.
Estaba frío y corría mucho viento, una noche de invierno en Jerusalén así que los pastores habían decidido traer a los animales a la cueva para dormir. Una vez que los hombres habían entrado con sus velas, Callie pudo ver que la cueva era bastante grande. En la amplia habitación, los hombres pusieron pilas de paja para que los animales usaran como camas cálidas. Como los otros animales, la oruga tenía sueño tras un largo día. Pronto todos estaban completamente dormidos.
Por la mañana los pastores rápidamente despertaron a los animales y dejaron la cueva. Para cuando, Callie despertó, ellos ya se habían ido. Los animales y los pastores se fueron temprano para disfrutar del calor del sol. "¿Qué voy a hacer ahora?", dijo Callie. Sintió como que tendría que pasar el resto de su vida en ese lugar.
Pronto los hombres regresaron para proteger a sus animales de la noche de invierno. Callie se sintió mejor con otros en la cueva con él, pero lloró sabiendo que nunca podría ser capaz de dejar tan enorme cueva. Incluso si los animales todavía estaban ahí, sus piernas eran demasiado cortas para poder seguir a los hombres y animales fuera de esa oscuridad.
Justo mientras estaba sintiendo pena por sí mismo, algo diferente paso. Un hombre llamado José entró a la cueva. Comenzó a preparar una cama de paja, pero no para un animal. Esta cama era para su esposa, María, quién necesitaba recostarse para poder tener a su bebé.
La oruga miró con interés mientras que María cargaba a su bebé recién nacido a quién llamó Jesús. Este niño fue llenado de luz y amor. Cuando Callie miró a Jesús, él ya no estaba tan solo y asustado como había estado antes.
Esa misma noche, otros pastores entraron a la cueva y comenzaron a cantar canciones para el bebé Jesús. La cueva que antes fuera oscura, ahora estaba llena de luz que hizo sentir a todos en paz y felices. Pronto, tres reyes magos, quienes habían estado siguiendo una estrella brillante, vinieron a ofrecerle sus regalos de Navidad al bebé Jesús. Le ofrecieron oro, incienso y mirra.
Callie estaba lleno de curiosidad y admiración por este bebé que había llenado de felicidad a todos quienes habían venido a visitarle. Aún así él estaba triste de no tener un regalo que ofrecerle al bebé Jesús. Él pensó, "Solo soy una solitaria oruga que está perdida en esta cueva, ¿qué regalo puede darle a este bebé que nos ha dado la luz?" él pensó, y pensó y pensó un poco más.
"¡Yo sé!" dijo Callie. Estaba muy emocionado acerca del regalo que le daría a Jesús. Decidió envolverse a sí mismo como un regalo de Navidad. Cuidadosamente hizo un capullito y se metió dentro de él como un regalo. Durante todo ese tiempo, Callie solo podía pensar en cómo le daría su regalo a Jesús.
Después de un periodo corto de tiempo, Callie salió de su capullo. Fue entonces que él descubrió el milagro de la Navidad. Ya no era una oruga solitaria atrapada dentro de una cueva. Él era una nueva creación, una mariposa con un par de alas en forma de corazón.
Al Callie volar fuera de la oscuridad y hacia la luz, una sonrisa estaba en su rostro. Él sabía que había tomado la decisión correcta y que Jesús se había sentido feliz con su regalo. Por ello cuandoquiera que vemos una mariposa volar por los cielos, nos recuerda que demos nuestro corazón a Jesús.
El Fín